en 1933, Francisco Iriarte, debido a la guerra civil española y a las penurias económicas que acaecian en España, opto por exiliarse. Su decisión fue marcharse de su Elizondo natal, en pleno valle del Baztan a México. Allí llegó, con lo puesto, a la capital y vio que los churros españoles, que a él le vendía el MORO, aquel vendedor ambulante en el valle del Baztan, no existían. Su necesidad, su afán de emprender y su sabiduría montañesa, le pusieron manos a la obra para hacerse con un carrito y empezar a vender churros en la plaza del Zocalo. Dos años después abrió su primera churreria en lo que era la calle San Juan de Letran de la capital.
Hoy en día disponen de 8 sucursales en la capital, de las que 5 conozco y he sido cliente, Polanco, Centro, Cuauhtemoc, Roma y Condesa.
Sus churrerias son de madera, pintadas en blanco y detalles azules, muy minimalistas para destacar sus productos, los Chocolates y los Churros.
Los primeros se ofrecen con 5 variantes, destacando el mexicano, el frances y el español. Y en cuanto los churros, ofrecen 3 tipos de azúcares, el blanco de temporada, el de canela y el azúcar de los muertos.
Toca disfutar de mi desayuno en CDMX y que mejor que con un Chocolate con Churros.